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Se hizo rico haciendo del baño

Foto del escritor: leyendosleyendos

Mi abuela materna, que en paz descanse, me contó muchas historias curiosas cuando era niño, ésta es una de ellas, cuando ella era muy joven y soltera, vivía en un rancho muy remoto, ubicado en los linderos de los estados de Michoacán y Jalisco, cerca de Cotija, en la zona es conocido que se instalaron familias de judíos sefarditas, además de que fue un lugar donde se llevó a cabo muy activamente la guerra cristera, por lo que fueron muy comunes los entierros de dinero para protegerlo de los ladrones, dinero que en esa época era constituido principalmente por monedas de oro y plata.


Me contó mi abuela que esta historia le pasó a un primo segundo suyo que tenía en ese rancho donde vivía, que en una de esas ocasiones en que la naturaleza llama y como prácticamente vivían en el monte, su primo se fue a hacer del baño en la naturaleza, tras de un frondoso árbol cercano al camino real del lugar, el cual, dicho sea de paso, era tan estrecho que a duras penas circulaban por él caballos y bestias de carga.


El caso es que, estando el primo en la penosa ocupación y solo con el ánimo de distraerse mientras hacía sus necesidades, tomó una rama del lugar y con ella comenzó a rascar la blanda tierra, de un lado al otro, rascaba y rascaba metódicamente, cuando de pronto sintió que la rama era retenida por una protuberancia que había emergido del terreno, saltó con la rama el obstáculo y siguió rascando y de nueva cuenta se detuvo de golpe la rama con la protuberancia que se hizo un poco más grande.


El primo terminó de hacer del baño y luego de limpiarse, picado por la curiosidad, cogió una rama más gruesa y comenzó a sacar tierra del lugar donde emergió la protuberancia que, a medida que más emergía, iba tomando forma de un círculo, con más entusiasmo picó la tierra con la rama gruesa y la quitó ayudándose con las manos, escarbaba y escarbaba, conforme más escarbaba el objeto que despertó su curiosidad iba tomando forma, era la boca de un cántaro ennegrecido por el tiempo.


Con más energía que al principio y con la emoción de que había descubierto algo interesante, el primo logró por fin, luego de arduo trabajo, sacar por completo el pequeño cántaro de la tierra, el cual arrojó contra el suelo con el propósito de romperlo y ver qué contenía, al instante de tocar el suelo, el cántaro se rompió en varios pedazos y el primo pudo ver con enorme satisfacción que un pequeño puñado de monedas llenas de tierra y lodo brillaba en el suelo.


El primo recogió las monedas y rápidamente se las llevó a su madre, mi abuela me contó que escuchó la historia de labios de su tía, la mamá del primo, que se la contó a su familia y como prueba de lo sucedido les enseñó un reluciente par de monedas, mi abuela las tuvo en sus manos y me dijo que brillaban casi como si fueran nuevas.

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